El camino de Santiago: Camino francés, es llamado así, Camino Francés, porque era la ruta que empezaba en Francia. Es el más conocido y realizado, y el que cuenta con un mayor y mejor número de servicios que se ofrecen al peregrino: albergues, bares y restaurantes, entre otros. Es una ruta que recorren peregrinos de todo el mundo para llegar a la ciudad de Santiago de Compostela, donde se veneran las reliquias del apóstol Santiago el Mayor. Durante la Edad Media fue muy recorrido (llegando a ser una de las tres grandes peregrinaciones, junto a Roma y Jerusalén), después fue un tanto olvidado y en la actualidad ha vuelto a ganar adeptos.
A lo largo de la historia, ha recibido algunos premios tanto nacionales como internacionales, el Camino de Santiago Francés y las rutas francesas del Camino fueron declarados por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en 1993 y 1998 respectivamente; En 2004 la Fundación Príncipe de Asturias le concedió el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia «como lugar de peregrinación y de encuentro entre personas y pueblos que, a través de los siglos, se ha convertido en símbolo de fraternidad y vertebrador de una conciencia europea».
El origen del camino surge poco después del descubrimiento del sepulcro del Apóstol Santiago, siendo el caudillo musulmán Almanzor (caudillo del califato de Córdoba) quien lo popularizó internacionalmente. Saqueó y quemó la ciudad de Compostela, ordenando que se respetara el sepulcro del Apóstol.
La primera guía data de 1139, su autor fue Aymeric Picaud, incluida en el libro V del Codex Calixtinus, describiendo las rutas que siguen los peregrinos de Francia y España.
Preparación física:
El primer consejo que se puede dar es estar preparado, física y mentalmente para realizar esta peregrinación. De media, se realizan 25 km. por etapa y una duración de entre 5 y 6 horas por etapa. Esta preparación física tiene que realizarse unos meses antes de la fecha de inicio del Camino, realizando trayectos de varios kilómetros diarios para ir acostumbrando a nuestro cuerpo, al enorme esfuerzo que vamos a realizar, incluyendo diferentes tipos de superficie, asfalto, tierra, etc. Poco a poco iremos incrementando la distancias de nuestros «paseos», hasta llegar a los 25 o 30 kilómetros diarios en las semanas previas al comienzo.
Debemos hacer estiramientos antes y después de cada etapa.
Las caminatas debemos hacerlas con una mochila cargada, simulando el peso aproximado que vamos a cargar, que está en los 7-8 kilos. Cuidado con las posturas corporales, posición erguida mirando al frente.
Mochila:
La capacidad debería rondar entre los 40 y 50 litros, y una vez llena no debería superar, como ya dijimos antes, los 7-8 kilos por nuestra propia comodidad y seguridad en los pies que, al fin y al cabo, son los que soportan el peso.
Sería conveniente que la mochila tuviera bolsillos exteriores para el agua y algunos alimentos energéticos, como cereales, etc. Que sea ajustable, con cintas y cierre en la cintura y en el pecho y un refuerzo acolchado en la parte trasera, que va apoyada en nuestra espalda.
A la hora de colocar lo que vamos a llevar dentro, hay que tener en cuenta algunos factores, como colocar las cosas que menos se utilicen al fondo, a excepción del saco de dormir, que es interesante colocarlo también en el fondo para que amortigüe el resto de cosas, las de más peso cerca de la espalda, y sobre todo una distribución del peso para evitar que se desnivele.
Equipamiento:
- Un saco de dormir ligero, preferentemente saco de fibra capaz de aislar temperaturas entre 15 y 10 grados es suficiente. En comercios especializados nos pueden suministrar sacos-sabana muy ligeros, útiles y que ocupan muy poco espacio. Salvo contadas excepciones no hace frío dentro de los albergues y en todos los albergues encontraremos mantas por si la temperatura es baja.
- Una cantimplora de un litro o una camelback de la misma capacidad.
- Un par de bastones de trekking, si se está acostumbrado a llevarlos, o el clásico bordón.
- Dos o tres mudas. Las mujeres pueden disponer de «braguitas de papel», ocupan poco espacio, pesan menos y son desechables.
- 3 o 4 Pares calcetines. 100% de algodón, si es posible sin costuras. En la actualidad la técnica en este tipo de prendas ha adelantado mucho, pueden encontrarse de todo tipo. Es más, es bastante probable que tengamos que mudarlos varias veces al día, dependiendo del estado de humedad de nuestros pies. Estos es altamente recomendables mantenerlos secos en lo posible, evitando de este modo la aparición de ampollas. En mi caso me ha dado muy buen resultado darme una buena friega de vaselina en los pies, antes de ponerme los calcetines.
- Un par de camisetas de poliéster, una de manga corta y otra de manga larga (nunca de algodón, ya que no transpiran y tardan en secar).
- 2 Pares de pantalones. Uno el puesto para andar (preferible los desmontables), y otro de repuesto y de uso para los finales de etapa y los desplazamientos de ida y regreso a casa.
- Una sudadera o un polar ocupan poco y pesan menos, protegen del frío y son sufridos y una chaqueta ligera que sea impermeable.
- Una capa de agua con cubre mochila que sea transpirable. Esta prenda solo es recomendable si se prevé hacer el Camino en época de lluvias, mientras tanto podemos servirnos simplemente del chubasquero. Como cuidado especial de la capelina (capa de agua) se debe procurar que cierre perfectamente por los laterales, evitando que en caso de viento se convierta en una vela y se enganche con ramales y arbustos, además de que nos vaya frenando el paso
- Un sombrero o gorra. Con visera o alas, procura que te proteja del sol, tanto de frente como por la nuca.
- Una toalla de microfibras. Están fabricadas en poliéster y poliamida y se secan con rapidez. Se pueden encontrar en tiendas deportivas.
- Chanclas para la ducha y para andar cómodo al finalizar la jornada, pueden ser de dedo o de cintas, estas últimas pueden utilizarse con calcetines.
- Un cepillo y pasta de dientes. Gel y champú para el aseo y una pastilla de jabón para lavar la ropa y, para quien lo necesite, unas cuchillas o maquinilla de afeitar.
- Pequeño botiquín con paracetamol, crema solar de alta protección, tiritas, yodo y agujas esterilizadas para pinchar las ampollas. Es muy recomendables el uso de vaselina o las cremas anti rozaduras para el pie y para el cuerpo.
- Gafas de sol.
- Pañuelo para cuello (braga). Refrescará ante el calor, cubrirá la cara si hay polvo y puede ayudar a hacer un torniquete o como muñequera
- Una linterna frontal
- Comida, algunos frutos secos, pasas, higos, nueces o barritas energéticas. Siempre las tendremos para emergencias
- Un documento de identidad, la Tarjeta Sanitaria, una tarjeta de crédito y la credencial del peregrino.
Alimentación:
Puesto que cada etapa se tarda en realizar una media de 6 horas, conviene que cada 60 ó 90 minutos nos tomemos un breve descanso para beber e ingerir algo sólido que contenga hidratos de carbono, lo que nos permitirá mantener mejor el ritmo de ejercicio, y sobre todo por dos razones fundamentales: evitar la pájara y la deshidratación.
Durante el ejercicio continuado, el agua es tan importante como los hidratos de carbono, sobre todo en días de mucho calor y humedad. Es un error relativamente generalizado no beber agua ni antes ni durante el ejercicio, así como esperar a tener sed o hambre para comenzar a beber agua y tomar alimentos.
Caminar con el estómago lleno no es saludable. La comida más importante del día hay que hacerla al final de la etapa y, si la jornada se alarga y es necesario comer de mesa durante la marcha, conviene optar por un bocadillo o un plato ligero de pasta o verdura.
Asimismo resulta fundamental la rehidratación una vez concluida la etapa, incluyendo agua e hidratos de carbono; y si la transpiración (sudor) ha sido importante será preciso, además de hidratar, reponer los electrolitos perdidos.
Lo que sí es seguro es que estamos realizando un esfuerzo mayor que en nuestra vida normal y quemando más calorías, por lo que en absoluto debemos comer menos o aprovechar el Camino para perder unos «kilitos»; la alimentación la tenemos que llevar con seriedad, así como la ingestión de líquidos. Ya hemos señalado anteriormente en cuanto a llevar, que era suficiente para emergencias, unos frutos secos, pasas, higos, nueces barritas energéticas.
El mayor problema lo tendremos con el desayuno, pues es casi seguro que donde hayamos pasado la noche, si hay albergue, tengamos un bar para cenar, pero también que ese bar, cuando salgamos por la mañana, esté cerrado.
Al desayuno y comida no hay que darles más importancia que la que tienen; tenemos que comer, pero no ser tan estrictos con las horas; no pasa nada si desayunamos a las 12 o comemos a las 5 de la tarde; para eso tenemos los frutos secos.
En cuanto a las bebidas, tres cuartos de lo mismo, incluso entendemos que no hace falta cantimplora; el mayor recorrido sin agua podría ser de 15 kms.; lo que tenemos que hacer, es igual que lo que hacemos con el coche: repostar o beber agua «a tope» donde la haya, sin pretender que vayamos a encontrar agua cuando tengamos sed. Por tanto, hay que beber agua, especialmente en verano, hasta saciarnos.
En diversos bares y restaurantes, existe también el denominado «menú del peregrino», su precio es asequible y se puede comparar con el «menú del día» de cualquier casa de comidas, en precio y calidad.
Cómo combatir la fatiga:
No nos tiene que asustar la fatiga: a medida que recorremos el Camino, comprobamos la maravilla del cuerpo humano. Cuando por la noche nos acostamos muy cansados, nos resultará increíble comprobar al día siguiente que estamos nuevos; el reposo nos ha devuelto todas nuestras fuerzas y cada día nos afectan menos los kilómetros.
Unos masajes en las piernas, dados por nosotros mismos, son de agradecer; por otra parte, no es obligación descansar sólo en los refugios, en todo momento tenemos que hacer lo que el cuerpo nos pida, y si nos pide descansar, no tenemos más que tumbarnos, cualquiera que sea la hora del día, especialmente después de comer, a la sombra de un árbol, a la orilla de un río, o donde se pueda.
Hay que descansar cuando no estamos excesivamente cansados para tener una buena recuperación; si llegamos al agotamiento, la recuperación será mucho más lenta y problemática.
Si nos encontramos muy cansados, deberíamos incluso descansar un día completo por semana. Burgos y León podrían ser buenas excusas para descansar.
Es muy recomendable, especialmente para los que realicen jornadas de 30/40 Km., tomar durante o al final de la etapa, alguna bebida energética que reponga las sales minerales perdidas.
Es también muy importante para evitar el cansancio muscular, beber mucho líquido y, lo repetimos una vez más, el peso de la mochila hay que limitarlo.
Lo ideal es no llegar nunca al límite de nuestras fuerzas.
